lunes, 6 de julio de 2009

Pasiones Prohibidas

Se me empañan los ojos de recordar al autor y el contenido de sus palabras: "para escribir siempre hay tiempo". No sé ni siquiera si se habrá adaptado a las nuevas tecnologías, por lo que le perdí el rastro, una sombra que todavía se hace larga.
Todos tenemos pasiones prohibidas, aunque quizá sean más desconocidas que punibles. Y, por absurdas que sean, la esencia de cada uno acaba residiendo en los matices, nunca en su camiseta de D&G. Cada una de estas pasiones, de estos puntillazos en la médula, tiene su propia historia, y hoy desvelaré una (dos si habéis llegado a mi blog).

En una de tantas noches de grandes esperanzas y enésimas vueltas a la soledad, estaba con un amigo dentro de un coche, cayendo una tormenta abismal, pero nuestro afán de vivir en la calle no nos lo iba a atormentar la méteo. Dentro de aquel Corsa, con una mezcla de olores a licores, perfumes y humo, me brindó la oportunidad de convertirse realmente en un amigo. Se limitó a darle al play e intrepretar una canción que le encantaba - me confesó. El entusiasmo con el que se transformó en otra persona explicitó que me estaba confesando una de sus pasiones prohibidas. Sólo por ello, y un gran bagaje previo, me hizo cerciorarme que otro dedo de mis manos se levantaba.

Hoy ha sido una tarde satisfactoria, de esta, mi nueva vida, y necesitaba otro puntillazo espinal. Es mi pasión, y la de otros tantos, la de buscar la letra de las canciones en inglés y poder cantar, en mi soledad o en mi compañía, quedándose el resto del mundo en un tercer plano.

Prometí no extenderme pero, como en otras tantas ocasiones, he incumplido mi palabra.

Aquí tenéis qué enmascaraba aquella yerma lluvia de una noche cualquiera en un Corsa gris.